Por Miguel A. Varela Pérez
Durante el inicio de la administración gubernamental dirigida por el Dr. Ricardo Rosselló Nevares, muchos de los que están asociados con el tema de la educación pública en Puerto Rico, incluyéndome, fuimos sorprendidos con el nombramiento de la Dra. Julia Keleher como Secretaria del Departamento de Educación.
La sorpresa surgió ya que se habían estado mencionado múltiples nombres de diversos funcionarios, algunos funcionarios de carrera en la agencia, así como otros que procedían de la industria privada, pero con mucho reconocimiento en los temas administrativos y gerencia escolar.
Nunca se ha cuestionado la capacidad y preparación de la Dra. Keleher para dicho nombramiento. De hecho ésta posee un doctorado en Gerencia y Liderazgo Escolar, fue contratista y asesora en el Departamento de Educación bajo diversas administraciones gubernamentales, específicamente sobre como usar los fondos federales y correr programas financiados con dichos fondos.
Si sorprendente fue su nombramiento, mayor sorpresa representó que su función como Secretaria, propiamente hablando, no era de Secretaria y si de contratista y asesora con un salario de $250,000 anuales pagados por la Autoridad de Asesoría Financiera y Agencia Fiscal de Puerto Rico (AFFAF). Esa decisión del gobierno levantó preocupaciones y malestar entre los empleados públicos y los diferentes gremios que representaban a los maestros y directores escolares.
Luego de ser confirmada por el Senado la Dra. Keleher inició sus funciones con una agenda administrativa abarcadora y de muchos retos de transformación y reingeniería en la agencia, que incluía la consolidación de divisiones y secretarias, así como la reestructuración de las regiones y distritos, incluyendo cierres de los mismos, así como de escuelas. Entre las prioridades de la Secretaria estaba la aprobación de la llamada Reforma Educativa, que facilitaba la restructuración de la agencia y poner en vigor el concepto de Escuelas Alianzas y la otorgación de los Vales Educativos. Todo lo anterior estaba condicionado a una crisis fiscal en la agencia, el gobierno u von una Junta de Supervisión Fiscal estableciendo [pautas y métricas de cumplimiento.
El primer gran reto y prueba de fuego de la Dra. Keleher fue el cierre y consolidación de escuelas, a mi entender un mal necesario ante la realidad de la disminución de matrícula y la crisis fiscal. No obstante, muchos expertos entienden que el cierre de tantas escuelas a la vez, entre 250, fue un gran desacierto y error administrativo que inició el cisma en la agencia. Múltiples críticas, protestas y desacuerdos entre padres, maestros, personal, funcionarios electos, entre otros, crearon una apariencia de que se tomaban decisiones a la ligera, sin estudiar ponderadamente el cierre y los pro y contra para los estudiantes. De hecho, muchos casos llegaron al Tribunal, aunque finalmente se le dio la razón a la Secretaria, no dejó atrás el malestar.
Hoy dos años, desde su nombramiento al frente de la agencia, el país nuevamente se sorprende ante la salida abrupta de la Dra. Keleher de la agencia, pero su continuación como asesora bajo las ,mismas condiciones de salario, previamente acordado por las partes. Sin duda alguna, independientemente de su preparación y experiencia de la Dra. Keleher al frente de la agencia gubernamental más grande de Puerto Rico, en términos de presupuesto y complejidad, ha sido accidentada. Se puede dar la impresión percepción de que el Departamento de Educación está a la deriva, como un barco en medio del océano sometido a vientos huracanados y sin capitán confiable a cargo.
Sin embargo, soy de los que creo que la agencia es más que un Secretario, que va y viene, la agencia esta movida por cientos de empleados comprometidos y fajones que todos los días dan el máximo para que los procesos sean funcionales y operacionales. A esos cientos de empleados regulares, por contrato y transitorios es a los que se les debe agradecer y acentuar que gracias a ellos el barco no estará a la deriva y con su entrega y vocación de servicios los estudiantes impactados seguirán teniendo una educación de calidad.
Hay que aprender de los errores y las experiencias y de esta manera seleccionar la persona de carácter, capacidad, experiencia, transparencia y liderazgo que pueda continuar capitaneando el barco hasta puerto seguro.
El autor es residente de Isabela y retirado del Departamento de Educación donde laboró como maestro, director, coordinador de Ciencias, superintendente auxiliar y de escuelas. Además fue profesor en la Universidad Interamericana de Aguadilla y la UPR- Aguadilla.
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