COMENTARIO: ¿Hacia dónde nos dirigimos como sociedad?

Por Miguel A. Varela Pérez

Al intentar escribir sobre nuestra condición de sociedad, medito y me parece que no hemos avanzado mucho, aun así, sigo confiando y abrigando esperanzas en el carnal humano que comparte nuestro planeta, con sus defectos y virtudes estoy seguro que cada cual aportará lo necesario para mejorar como colectivo.

Desde hace años he estado reflexionando sobre la crisis social por la que atraviesa nuestra sociedad globalizada; a nivel moral, económico, cultural, religioso y educativo. Me he cuestionado, desde lo profundo del corazón, sobre las razones, a mi juicio múltiples, que han llevado a esta debacle social. Este cuestionamiento no va dirigido a adjudicar responsabilidades directas, ya que, desde mi punto de vista, al fin de cuentas todos tenemos corresponsabilidad en la misma; incluyendo a las principales instituciones sociales; iglesia, familia, la escuela, el gobierno, las instituciones cívicas, las culturales, los medios de comunicación, la legislatura, la judicatura y uno como ente individual. Todos nos hemos dedicado a crear tribus e islas, independientes unas de otras, sin sentido de pertenencia, sin prioridades valorativas, con una ausencia de escala de valores definida. Cada cual tirando para su lado, intentando sobrevivir. Porque de eso es lo que se trata, DE SOBREVIVIR, sin importar la necesidad del otro, lo importante es que yo y solo yo, esté bien, los demás que se defiendan como quieran y puedan. Esa misma actitud se ve a nivel del colectivo; se observa en la escuela, microsistema para aprender, además de conocimiento básico e importante, así como destrezas académicas; aprender para la vida.

Se observa una apatía por aprender, por enseñar, por forjar carácter y valores, por moldear al ciudadano completo, nos da lo mismo, y me incluyo, nos enajenamos totalmente de nuestra función social de educar y educar para la vida, por la vida y en la vida. De la misma forma ocurre con la institución más importante de la sociedad, la familia. Su deterioro es evidente, no hay coherencia, unión de propósitos, no hay un norte definido en los patrones de crianza, salvo ciertas excepciones. Nuestras familias viven en sombras, sus integrantes no tienen roles definidos, la autoridad se ha perdido, los valores se han trastocado, no hay sentido de pertenencia y pertinencia. De la iglesia, entiendo que ésta tiene que redefinir su discurso, uno que sea incluyente y no excluyente, uno que agregue y no segregue, uno que lleve al individuo, a la familia, al ente humano a reencontrarse consigo mismo, con su prójimo, con DIOS. En esta reflexión, por temor a que fuera señalado, como ocurre en este bendito planeta, en la que te etiquetan por lo que hablas, lo que vistes, lo que escribes y hasta con quien caminas, me resulta un tanto difícil hablar de los líderes del gobierno, tanto a nivel ejecutivo como legislativo, como institución, difícil expresarme, pero trataré de ser lo más objetivo posible, aunque los fanáticos, siempre espulgarán lo contrario, lo que evidencia nuestra forma de fanatismo en la que nos movemos como pueblo. Cada cierto ciclo electoral es peor la dosis del medicamento. Uno selecciona a unos funcionarios para que le sirvan al pueblo, eso debe ser la democracia, sin embargo, estos terminan sirviéndose del pueblo, prometen y prometen y terminan mintiendo y mintiendo, echando culpas a otros, justificándolo todo. Lamentablemente este patrón ha continuado, cuatrienio tras cuatrienio por parte de los seleccionados para que administren la cosa pública. Se ha observado la dinámica, al otro lado se encuentra el batallón de fusilamiento con sus pistolas en manos fiscalizando con su peculiar estilo, criticando todo lo que se hace, lo que no hicieron cuando tenían el poder para hacerlo. Simplemente están, ambos bandos, atacándose por atacarse y, de forma hipócrita, usando el sufrimiento y necesidades del pueblo como la excusa para su comportamiento maquiavélico.

Hoy me reafirmo en que los líderes de las tres ramas de gobierno y los que están inmersos en la opinión pública y en puestos con aspiraciones políticas  tienen que asumir su responsabilidad social para con la educación, la salud y la economía, tienen, por obligación, que ser modelos, guías e instrumentos de esperanza. Tienen que generar sentido de confianza en el pueblo, esto no está pasando, el pueblo está atribulado, cada cual siente lo peor. El pueblo ha perdido su ilusión y esperanza, yo soy pueblo. La pregunta obligada para poder poner nuestra función analítica en justa perspectiva es, ¿hacia dónde nos dirigimos como sociedad? Tenemos, como pueblo, que tomar la iniciativa y convertirnos en portaestandarte de la esperanza, es hora que se inicie una revolución de consciencia y se transforme a las sociedades, se transformen los diferentes espacios que las mantienen en la crisis en que se encuentra, ocupémonos y no nos preocupemos tanto, combinemos ambas acciones, para que el Planeta Tierra sea el lugar al que aspiramos, un lugar de convivencia pacífica, sana y saludable en su dimensión social, solo de ti y de mi depende, al fin de cuentas los gobiernos, pasan, nosotros nos quedamos. Luego de este ejercicio, responsablemente, te invito a que te preguntes, ¿hacia dónde nos dirigimos como sociedad? Por lo que se observa el deterioro avanza. Por lo que se observa a diario el país se debate en lo que podría denominarse una catástrofe social. No hay rumbo, se perdió el respeto por la vida, se violenta la dignidad del ser humano, se persigue al que piensa diferente, se cierran oportunidades a los que desean colaborar para que se instituya una sociedad de avanzada y orden. Se percibe un derrotismo por parte de los encargados de la seguridad y vigilancia, una apatía por parte de los que se supone que transmitan la información y el conocimiento. ¿Hacia dónde te diriges?, ¿Hacia dónde permitiremos que te dirijas?, ¿Cuándo me levantaré como pueblo para defender la ida, las injusticia, para lograr que la dignidad y el merito prevalezcan?, ¿Cuándo?, ¿Cada cuatro años? Si es así, vamos de mal en peor.

La gran pregunta sigue latente, ¿hacia dónde nos dirigimos como sociedad?

El autor es maestro retirado. Trabajó con el Departamento de Educación como director, coordinador de Ciencias, superintendente auxiliar, superintendente de escuelas y profesor en la Universidad Interamericana de Aguadilla y la UPR- Aguadilla.

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