Ignorado el problema de desperdicios biomédicos en costas del oeste

El problema reportado hace 25 años aún no registra un responsable y el Gobierno no lo ataja.

Por Matthew Rodríguez

Stephen Tamar caminaba por el Caño La Puente de Añasco junto otros compañeros el pasado 25 de marzo, cuando se encontraron con desperdicios biomédicos tirados en la arena. El hallazgo no es cosa nueva. La primera vez que le reportó el problema al DRNA fue en el 1998.

En entrevista con la Isla Oeste, Tamar explicó que fue cuando se econtraba realizando un proyecto de investigación con colaboradores de Cornell University, mediante pruebas de ADN para detectar distintos problemas de calidad de agua, que halló infinidad de estos desperdicios biomédicos.

Y es que, el Caño La Puente queda cerca del Balneario de Añasco y del Río Grande de Añasco, río importante que le suple agua a residentes del oeste. Lo que levantó preocupación para el también vicepresidente del capítulo puertorriqueño de la Fundación Surfrider Rincón y director del programa de calidad de agua del BluewaterTaskForceLab de Rincón.

La Fundación Surfrider Rincón se dedica principalmente a realizar pruebas para detectar bacterias fecales, que son la base para la calidad de agua en las playas y que presentan problemas de salud pública y peligros ambientales, al igual que lo hace el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), pero las pruebas de ADN pueden expandir la búsqueda y detectar muchas más cosas, como especies invasivas u otros patógenos en el agua, dijo Tamar, destacando que la fundación busca crear un programa de detección temprana, utilizando esta nuevas herramientas.

El capítulo de Puerto Rico esta tratando de adquirir el peritaje y adiestramiento para realizar las pruebas de ADN y eventualmente poder adquirir su propio equipo para seguir con las investigaciones; Cornell les está dando la mano a la organización cuya fuente de ingreso proviene principalmente de donativos hechos por la comunidad, explicó el investigador.

“Siempre que vamos a esa sección de la costa, encontramos las bolsas”.

– Stephen Tamar, de la Fundación Surfrider Rincón y director del programa de calidad de agua del BluewaterTaskForceLab de Rincón.

Cabe mencionarse que en el 1998 fue el director de Sea Grant en Puerto Rico, Ruperto Chaparro, quien reportó el problema que recién se descubría.

La Isla Oeste pidió una actualización sobre las gestiones que hace el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), así como la Junta de Calidad Ambiental (JCA) sobre este particular, pero no a la fecha de este reportaje no han concedido una entrevista.

Los desperdicios se han encontrado hasta en el Río Guanajibo y en la Reserva La Boquilla; y son típicos insumos de hospitales como bolsas de sangre, bolsa de salina refinada, bolsas de plasma refinada, agujas y líneas refinadas intravenosas. Son insumos médicos estándares y no tienen identificadores únicos, relató Tamar.

“Es un operativo profesional y están siendo bien cuidadosos en deshacerse de etiquetas identificadoras, como lo son códigos de barras para rastrear el inventario e identificar que contiene la bolsa. “Es deliberado”, sostiene el investigador.

La teoría de las agencias de gobierno que han analizado las bolsas, es que pudiesen provenir de clínicas veterinarias o de peleas de perros, ya que su contenido no resulta ser sangre humana, o por lo menos las veces que se han reportado resultados. Stephen Tamar indagó al Instituto de Ciencias Forenses (ICF), hace alrededor de una década, acerca de qué tipo de pruebas realizaron, en cuántas bolsas y cuál fue el porcentaje de sangre animal versus sangre humana. Tamar nunca obtuvo respuesta, afirma.

Cuenta que, cada vez que salen (a la playa a investigar) encuentran cientos de esas bolsas, lo que no tiene mucho sentido para él de que provengan de clínicas veterinarias o como resultado de curar perros involucrados en peleas clandestinas como dijo el ICF. La cantidad es simplemente demasiado, cada semana se encuentran cientos de bolsas, asegura Tamar. Sostiene que las aseveraciones de la agencia como “correctos, pero no honestos” y que necesitan más contexto.

En las pasadas semanas, han realizado caminatas informales donde han encontrado aproximadamente 100 bolsas. Mientras, la organización Vida Marina de la UPR Aguadilla, también ha encontrado decenas de bolsas. Cuando se realizan conteos oficiales se cuenta con la colaboración de cientos de personas para cubrir más espacio y no simplemente los 100 metros que cubrieron recientemente, explica. Cuando se realizan los conteos oficiales en ambas partes de la desembocadura, son cientos de bolsas, reitera, agregando que Surfrider Rincón, también ha encontrado de estos desperdicios biomédicos, aunque en menor número, en las playasde Rincón a través de los años.

Supuestamente, las agencias informan que las bolsas pueden venir arrastradas por las lluvias desde vertederos abandonados. Stephen no se explica cómo todavía encuentran bolsas en la temporada seca y tampoco se explica cómo muchas de las bolsas que encuentran son frescas, flexibles, y sin descoloración. “No han estado en un vertedero”, asevera Tamar. Como ejemplo, relató que en la Playa Doña Lala en Rincón existe un vertedero abandonado aproximadamente durante la década de los 60 y se encuentran ese tipo de bolsas, pero se nota la diferencia entre manufactura reciente y vieja.

Fotos Fundacion Surfrider Rincón

Tamar entiende que no hay ninguna investigación gubernamental en curso relacionada a estos desperdicios. Tan solo quisiera que el problema se detenga, aunque no se encuentren a los responsables. El investigador, oriundo del estado de Florida, dice estar cansado de realizar denuncias que terminan desatendidas.

Por su parte, Carmen Bonilla, fundadora de Yo Amo Verde -organización que se dedica a concientizar acerca de temas ambientales- dijo a La Isla Oeste que quiere traer un mensaje de regeneración, concepto que significa cómo las personas pueden considerar y tomar acción para ayudar al planeta a que se regenere, mediante prácticas como la agricultura agroecológica, que a diferencia de la agricultura industrial no deja a los suelos infértiles. Este mensaje, añade, va más allá de la sustentabilidad ya que la realidad es que la manera en que el ser humano produce y consume no es sustentable.

“El planeta nos está demostrando eso” y le quiere llevar el mensaje a las empresas principalmente, para poder atacar problemas como este de desperdicios biomédicos», concluyó la también coordinadora comunitaria para la organización ambientalista Mayagüezanos por la Salud y el Ambiente.

Matthew D. Rodríguez Pagán
Periodista Independiente at La Isla Oeste

Periodista independiente. Egresado de la UPRM, comprometido con relatar las vivencias del oeste.

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