COMENTARIO: ¿Quién perdió el respeto?

Por Eddie Javier Ruiz Cordero

La pandemia del Coronavirus en Puerto Rico y la noticia del natimuerto contrato para comprar las pruebas de detección rápida del COVID19 con la empresa “APEX General Contractors”, más allá de lo inmoral que pueda lucir, a todas luces parece develar la precaria situación en la que se encuentra el banco de recursos que tiene la Oficina de Servicios Generales de Puerto Rico.  La entrada de empresas para vender productos de los cuales no tienen experiencia previa sumado a la venta sobre precio de bienes al gobierno, nos sugieren que ha sido el mismo sistema, el causante de  llevar a muchos proveedores de bienes  y servicios en la isla a rendirse en su deseo de ser parte del motor económico que mueve al país, cediendo su voluntad  ante la fuerza y el poder de unos pocos.

Esta historia que vemos hoy es la misma cuatrienio tras cuatrienio; solo lo diferencian los sujetos que la componen.  Analice cuales han sido los hechos y sus respectivos protagonistas por las pasadas tres décadas.  Por muchos años hemos sido testigos de la ineficiencia en los procesos de contratación gubernamental.  Son pocos los que redundan en mejores servicios para el pueblo puertorriqueño; tristemente este escenario no siempre es así.

Si damos una mirada al proceso de contratación del gobierno federal vemos que ellos tienen un sistema que a pesar de no ser infalible, posee la estructura necesaria para brindarle la oportunidad de licitar y tal vez de hacer el trabajo, a todo el que así desee y cumpla.  Lo mismo ocurre en la industria privada. Estas tienen políticas en sus organizaciones que buscan constantemente mitigar el riesgo de algún conflicto de interés; todo por brindar un producto o servicio costo efectivo y de calidad a sus clientes.

Pero entonces, ¿Debemos tener alguna diferencia de lo que se hace allá a lo que acá hacemos?  Pudiera adjudicar este hecho al momento generacional en el que he vivido, o tal vez porque la historia me da la razón. Sin embargo, pienso que desde los años en que “La Macarena” se hizo famosa, nuestro pueblo ha estado subyugado bajo el brazo de la ambición y el poder, algo inaceptable para un mundo en donde la justicia es aclamada.¿Cuándo el gobierno de Puerto Rico perdió su norte?

Lo cierto es que, a percepción de muchos, estos procesos de contratación son unos cíclicos y el que logra entrar en estas aguas por intervención de terceros, reconoce que su operación bajo ese régimen no durará mucho.

Es por ello que al descubrirse que el gobierno contrató a una empresa de construcción para el suplido de un bien del cual no tenía experiencia previa, además de ser un acto inmoral, denota la falta de controles internos que persiga el más estricto discernimiento para un servicio de calidad al pueblo.

Todos anhelamos ver a  un Puerto Rico en donde la libre competencia sea más que un concepto de  desarrollo económico; uno en donde se demuestre el verdadero carácter del puertorriqueño, aquel que dice “mano da…mano da”.  Es la palabra del acuerdo que caracterizó la integridad del jíbaro puertorriqueño en pos de una verdadera justicia social.

El gobierno debe buscar la manera de comprometerse a establecer políticas sistemáticas atemperadas a la realidad actual,  en donde no solo le brinde la oportunidad a aquel que  desea mover la economía de su empresa, lo cual es algo completamente legítimo, sino también para que nutra a la oficina de Servicios Generales de Puerto  Rico del capital humano y empresarial necesario para hacerle frente a los nuevos retos sociales y  económicos.

Debemos promover el devolverle la credibilidad al proceso de contrataciones gubernamentales para que aquellos que se han marchado en la búsqueda del sueño americano, regresen a su tierra dándole continuidad a sus anhelos, dentro de un sistema que le garantice un proceso justo y en iguales condiciones.

Puerto Rico tiene que establecer reformas gubernamentales que tengan pie y cabeza; que promueva de manera eficiente y  transparente su petición de hacer negocios. 

Atemperar los procesos de contratación gubernamental debe ser esencial para el establecimiento de un nuevo Puerto Rico. 

Iniciativas que socaven la raíz de la corrupción, deben ocupar un lugar protagónico para esta nueva generación de líderes que  tendrá sobre sus  hombros, la responsabilidad el levantar la economía de nuestro  país.    Ahí y solo ahí veremos quien es bueno de verdad y dónde descansan sus intereses.  De esta manera lograremos restituir el respeto, la transparencia en las contrataciones y practicar plenamente la integridad gubernamental.

El autor es doctor en Derecho, con vasto conocimiento en temas de desarrollo económico y analista político. Es natural de Aguada y aspirante al Senado de Puerto Rico por el Partido Popular Democrático – info@eddiejavier.com

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