¿Vuelven los negocios al casco urbano?

La economía del oeste ha visto un resurgir de restaurantes y hospederías

Por Ian M. Acevedo Colón

Durante casi dos siglos, los elegantes arcos de madera de la Casona Bianchi-Pagán-Arrillaga de Añasco han servido de hogar para alcaldes, hacendados, criminales, libertadores y próceres. A una esquina de la Plaza del Recreo del municipio y opuesta a la parroquia San Antonio Abad, sus balcones curiosos son lo primero que uno divisa cuando visita el centro del pueblo. Cinco familias le han bautizado con sus apellidos a lo largo de su historia, manteniéndola como una propiedad privada; un refugio ante el mundo de afuera.

Hoy, por el contrario, como evidencia la bitácora de visitantes que conserva en el pasillo, la actual Casona Figueroa recibe a todo añasqueño, y hasta turistas del exterior, que llegue gustoso por saborear comida exquisita y curioso por conocer sobre los misterios que se esconden detrás de sus tantas puertas.

“La instrucción que me dijo el señor Figueroa, el dueño,” explica Elier Alicea Altieri, encargado del ahora restaurante, “fue: ‘Elier, vas a crear un restaurante accesible para todo público, y es que entre todo el público, hasta el que no tenga dinero. Si hay que fiarle, se le fía, y si hay que regalarle, se le regala. Quiero que todo el pueblo de Añasco vea y se disfrute esta casa”.

La Casona Figueroa, Añasco / Ian M. Acevedo Colón

El restaurante Casona Figueroa es tan solo uno de decenas de negocios que han repoblado los espacios comerciales de los cascos urbanos del oeste. La naturaleza de estos establecimientos parecería a primera vista como una irregularidad. Se han multiplicado aparentemente de la nada, con constante recibimiento exitoso del público a pesar de la realidad económica de la región, y para el gusto de todo ciudadano que quiera disfrutar de una salida con amigos o en familia.

De otra parte, el espacio que ahora ocupa el restaurante Julio César -comparte su copropietaria Katia Concepción Bonilla-, sirvió en un momento como almacén de harina antes de estar abandonado por más de medio siglo, y su proceso de rehabilitación consistió en una labor árdua de más de cuatro años atropellada por huracanes y por el golpe financiero que propició la pandemia de la COVID-19 a su otro negocio, Casiano’s Chicken and Ribs. Pese a esto, su localización a pasos de la Plaza Colón de Mayagüez fue justificación suficiente para convertir su visión de “viajar a Italia a través del paladar” en una realidad.

“Las plazas alrededor del mundo son normalmente lugares turísticos –que a lo mejor aquí se usa más en actividades de estudiantes–, pero yo dije: contra, creo que es un buen lugar para atraer turismo [ya que] tenemos a Rincón cerca y la isla está trayendo mucha gente de otros lugares. De toda la isla viene gente a este restaurante, y al estar cerca de la casa alcaldía, es una buena ubicación para mí”, comparte la empresaria.

Restaurante Julio César, Mayagüez / Ian M. Acevedo Colón

¿Cómo se mueve el oeste?

Según explica el doctor José Alameda Lozada, catedrático de economía del Recinto Universitario de Mayagüez, las peculiaridades de este fenómeno resultan ser, en parte, una de las múltiples manifestaciones de la naturaleza económica y demográfica del oeste como unidad, con el municipio de Mayagüez como centro urbano principal.

Desde el siglo XVI, a partir de las estipulaciones de las Leyes de Indias, los núcleos poblacionales y económicos en Puerto Rico se han desarrollado y expandido desde los alrededores de las plazas públicas y las calles principales. Con el pasar de los siglos, el crecimiento gradual de los municipios y el alza en el costo de vida alrededor de los cascos urbanos obligó a que poblaciones de menores recursos tuvieran que establecerse en terrenos más asequibles alrededor de la periferia municipal, lejos del núcleo de sus pueblos. Tal traslado, sostiene Alameda, se conoce dentro de la teoría económica como la “fuerza centrífuga”, la fuga del centro.

La llegada e inmensa acogida del automóvil redefinió las distancias entre los cascos urbanos y sus comunidades aledañas, e incrementó el desplazamiento poblacional y laboral. Con el auto, aparecieron las primeras urbanizaciones, aún más lejos de los núcleos, y se hizo posible moverse de pueblo en pueblo para trabajar y hacer compras o diligencias. Mayagüez, ahora el corazón económico indiscutible del oeste, comenzó a crecer más allá de sus límites territoriales, y los vecinos de sus pueblos aledaños se convirtieron en motores de su desarrollo.

Por otro lado, las restricciones de espacio alrededor de las plazas y calles principales permitieron el nacimiento de los primeros centros comerciales, cuyo espacio, accesibilidad y comodidad percibida llevaron a la fuga de negocios en los pueblos, resultando así en el abandono que han enfrentado los cascos urbanos en tiempos recientes.

No obstante, el aislamiento del oeste con respecto al resto de la isla presenta características demográficas y patrones de movimiento laboral que son exclusivos de la región y que pueden ayudar a entender la revitalización de sus espacios comerciales más antiguos.

“Mayagüez tiene tres tipos de población. [Existe] la población permanente, que reside en Mayagüez. La población flotante no vive en Mayagüez pero viene todos los días a buscar servicios o trabajar en Mayagüez y luego se van. Estos pueblos –Hormigueros, Cabo Rojo, Añasco, Rincón, hasta cierto punto San Germán y Sábana Grande– se convierten en comodines urbanos de lo que es la expansión comercial de Mayagüez. [Finalmente], la población residente no permanente [consiste de] estudiantes que no viven en Mayagüez pero que están aquí 10 de cada 12 meses. Se convierten, por lo tanto, en como si fueran residentes”, puntualiza Alameda.

Para el economista, ante las tendencias demográficas proyectadas por el censo de 2020, Mayagüez, y a su vez el oeste, depende de que su población flotante y residente no permanente se sostenga o siga creciendo. Son estas personas quienes mantienen vivo el comercio dentro de los cascos urbanos cuando buscan servicios educativos o de salud, y alimentan el desarrollo cuando regresan a sus pueblos.

“Añasco”, subraya Alicea Altieri, “es un pueblo de dormir. Es un pueblo de trabajar, tiene sus fábricas, pero la mayoría de la gente que trabaja son de otros pueblos. Es un pueblo bastante envejecido, hay poco joven. Teniendo eso en cuenta, hicimos un estudio de mercado para acoplar lo más posible nuestro concepto a la necesidad del público”.

Interior de la Casona Figueroa, Añasco / Ian M. Acevedo Colón

Visitantes de otros mundos

Poco después del paso del huracán María en 2017, Jimmie Vélez Rosario tomó la decisión de cerrar su puesto de gyros original en el paseo costero de Aguadilla, Gylro, y concentrar sus operaciones en su segunda localización, a pasos de la plaza pública de Rincón. Luego de la pandemia, “Orly”, como le conocen sus amigos, asegura que ha contemplado un cambio significativo en su clientela.

“Tengo mi clientela local, pero es inevitable decir que tenemos un flujo de turistas gigantesco. Yo diría que 7 de cada 10, a veces más, de mis clientes y de los clientes alrededor son turistas de diferentes partes del mundo. Ahora, con los cambios de la pandemia, viene mucha gente a trabajar remoto por meses”, indica.

Asimismo, confirma Concepción Bonilla, tal efecto se ha reproducido en Julio César.

“Está llegando ahora mucho turista. Nosotros podemos ver las reservas, de dónde vienen, y podemos ver que no son de Puerto Rico. De Rincón [llega] mucha gente todos los días, o extranjeros que viven en Rincón o también gente que visita [del resto] de la isla”, reitera.

La inmigración del exterior y por extensión el turismo han convertido a Rincón en la capital extranjera del oeste de Puerto Rico. A diferencia de sus pueblos aledaños, que registraron bajas en los miles de habitantes para el censo de 2020, la población de Rincón se encogió por apenas 13 personas. Si bien se han reconocido preocupaciones por la creciente gentrificación y la transformación del panorama rincoeño, es difícil negar que la actividad vacacional ha traído un impacto económico marcado al área oeste en particular.

Para Josué E. Rivera, director del distrito de Puerto Rico y las Islas Vírgenes Estadounidenses de la Agencia Federal de Pequeños Negocios (SBA, por sus siglas en inglés), este patrón representa tanto un éxito con respecto a la creación de nuevas pequeñas y medianas empresas como un reflejo de los desafíos que todavía enfrenta la economía puertorriqueña.

Archivo 2019 ©One Red Media / Josué E. Rivera.

“Donde más hemos visto aumentos es en turismo y en servicio, lo que es alojamiento –específicamente en el área oeste– es donde más aumento hemos tenido. El turismo principalmente es el líder en ese crecimiento. En otros sectores, ha habido aumentos en sus compras, pero no ha habido, por ejemplo, aumentos en la formación de nuevos negocios”, señala.

Según entiende Rivera, una de las razones principales para el rezago económico y los bajos salarios promedios de la región oeste yace en su aislamiento geográfico de las oportunidades económicas y de infraestructura que presenta el área metropolitana. Tal desarrollo económico en industrias como la manufactura y la agricultura vendrá atado, asegura, de infraestructura que “apalanque” tal empuje económico.

“No contamos con un expreso de Arecibo a Mayagüez directamente. ¿Cómo puede impactar eso el movimiento de personas a esas zonas? En el caso de Mayagüez tenemos un aeropuerto y un puerto, en el caso de Aguadilla tenemos un aeropuerto. Estamos viendo vuelos que se están llevando a BQN, el aeropuerto de Aguadilla, donde sin duda alguna deben tener un impacto a la medida que se vaya desarrollando ese tráfico aéreo, y en el caso de Mayagüez con el ferry, por ejemplo. Traemos una economía de visitantes mayor que puede beneficiar, sin duda alguna, a los negocios culturales, los restaurantes, las barras, ayudar a las hospederías y a desarrollar los servicios de salud”, afirma Rivera.

“Infraestructura, transportación, electrificación, comunicaciones, servicios de transporte aéreo y marítimo, hay una serie de inversiones que se están haciendo y que redundan en beneficio para el desarrollo y crecimiento económico a corto, mediano y largo plazo, a corto plazo con las construcciones, a mediano plazo con la atracción de nuevos vuelos y obviamente a largo plazo con el desarrollo de nuevas industrias que se pueden crear allí y las nuevas inversiones que se están haciendo de capital”, mantiene.

Esta interconexión prospectiva puede, sin embargo, tener consecuencias inesperadas. Por siglos, la economía del oeste ha perseverado a pesar de y, en ocasiones, gracias a su distancia de la influencia de San Juan. Existe posibilidad de que trastocar esa dinámica, precisa el doctor Lozada López, pueda modificarle de manera irreversible.

“Por desgracia y por beneplácito, Mayagüez está muy lejos de la zona metropolitana. Cuando abrieron la autopista de Ponce, se le hizo más fácil a la gente que está en Ponce y Santa Isabel moverse hacia Caguas y San Juan. Eso quiere decir que esa gente podía vivir en Ponce, Santa Isabel y viajar todos los días. Para Mayagüez, moverse todos los días tres horas, hasta cuatro, y volver de nuevo es oneroso. Por lo tanto, Mayagüez ha tenido que desarrollar actividades económicas que estén fuera del área metropolitana de San Juan, y eso ha sido beneficioso”, justifica el catedrático.

“Todos los sábados y domingos tengo esto lleno de extranjeros porque ¿qué nos dicen? Que ya Rincón es como vivir en los Estados Unidos, porque todo es comida norteamericana en todos lados, no hay comida criolla, puertorriqueña, algo diferente”, resalta Alicea Altieri.

“Lleva muchos años abandonado el casco del pueblo. Vas a ver que somos dos restaurantes ahora mismo nada más aquí. Una vez abrimos, ya todo el mundo quiere abrir. Un coffee shop abrió, atrás una marisquería, un amigo mío dueño de taquería ya me está llamando para ver si le conseguía un local por aquí. En sí, le estamos dando vida al casco urbano, pero obviamente ahora que está armado todo el mundo quiere montarse en la ola”, destaca.

Aún cuando el resurgir de los negocios alrededor de los cascos urbanos no es exclusivo del oeste de la isla, las circunstancias particulares que hacen esto posible en el oeste sí lo son. Así como la Casona Figueroa, la identidad histórica y colectiva de los ciudadanos del oeste le brindan a su región un atractivo para todos aquellos que lo visitan. Conservar tal identidad debería mantenerse como prioridad para que así continúe presentando su mejor cara nuestro refugio ante el mundo de afuera.

Ian M. Acevedo Colón
Periodista Independiente

Periodista independiente. Egresado de la UPR Río Piedras con estudios en ciencias políticas y B.A. en Información y Periodismo.

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